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Genética: herencia y variabilidad

En los organismos eucariontes, los principales portadores de la información genética son los cromosomas contenidos en el núcleo celular (Figura 1), aún cuando también existe información en el genoma mitocondrial y de los cloroplastos. Los cromosomas están formados por un material complejo llamado cromatina, constituido por fibras que contienen proteínas y ADN. Cada cromosoma puede contener cientos o miles de genes.

Toda especie tiene un número característico de cromosomas. Para estudiar la constitución cromosómica de un individuo y, por extensión, la de la especie a la que pertenece, se fotografían los cromosomas de células detenidas en metafase; luego, se ordenan las parejas de cromosomas homólogos, de mayor a menor tamaño, constituyendo el cariotipo (Figura 2). Por último, los pares homólogos se ordenan de acuerdo con la posición del centrómero y se numeran.

Fig. 3

Fig 4. Par de cromosomas homólogos. Los genes
alelos están representados con letras, mostrando los
posibles genotipos.

Algunos fenotipos en la especie humana. Los genes que los determinan (genotipo) se han designado con letras: A y a determinan la capacidad de plegar la lengua; D y d determinan la forma del lóbulo de la oreja; E y e determinan la forma de la línea frontal del pelo; F y f determinan la capacidad de curvar el dedo pulgar.(Fig 3).

Las definiciones clásicas se han centrado en el gen como la unidad de la herencia, que en última instancia determina las características del organismo (fenotipos) (Figura 3). Así, según el concepto mendeliano, los genes son segmentos discretos que se encuentran ordenados linealmente en los cromosomas, existiendo formas alternativas de un mismo gen denominadas alelos (Fig 4).

La variabilidad genética se refiere a la diversidad del material genético de una especie. Desde una visión neodarwinista, para que la selección natural pueda actuar sobre un carácter, debe haber algo que seleccionar, es decir, varios alelos para el gen que codifica el carácter. Las dos fuentes principales de variabilidad genética son la reproducción sexual (debido a la combinación de genes que resulta de ella) y las mutaciones.

La reproducción sexual como fuente de variabilidad genética

Las leyes de la herencia biológica solo pudieron ser formuladas después de comprender el papel de los gametos y de la fecundación en la reproducción de los seres vivos, hecho que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se consolidó la idea de que la formación de un nuevo organismo implica la fusión de dos células (gametos), una proveniente del progenitor masculino y la otra del progenitor femenino, en un proceso denominado fecundación (del latín fecundus, productivo, fértil). Los gametos son la única conexión física entre generaciones y contienen toda la información hereditaria para originar un nuevo organismo. Ya en 1885, el biólogo alemán A. Weismann propuso una hipótesis para explicar la constancia del material hereditario de una generación a otra. Anticipó, acertadamente, que en la formación de los gametos debía suceder un tipo diferente de división celular donde el material genético de las células hijas quedaba reducido a la mitad. En la actualidad este proceso es conocido como meiosis. Las células que originan los gametos se denominan células germinales.

Al inicio de la meiosis, cada cromosoma está constituido por dos filamentos (cromátidas hermanas) unidos por el centrómero, lo que evidencia que antes de la división ocurre la duplicación del material genético. Los cromosomas de cada par homólogo se emparejan y condensan, volviéndose progresivamente más cortos y gruesos. Cada conjunto formado por dos cromosomas homólogos duplicados y emparejados se denomina bivalente o tétrada (Fig 5).
Cuando la envoltura nuclear se desintegra, los bivalentes quedan libres en el citoplasma y se enganchan a las fibras del huso. Al acortarse las fibras del huso, los cromosomas de cada par homólogo son atraídos hacia polos celulares opuestos. Por tanto, en la primera división meiótica, las cromátidas hermanas de un cromosoma migran juntas hacia el mismo polo del huso, unidas por la zona del centrómero (Fig 6). Recuérdese que, en la mitosis, son las cromátidas hermanas las que se separan hacia los polos opuestos.

Fig. 6

Los cromosomas se descondensan y se originan dos núcleos hijos. Finalmente, el citoplasma de la célula se divide en dos y cada célula hija contiene uno de los núcleos recién formados. En un organismo diploide que tenga dos pares homólogos, es decir, que sea 2n=4, cada núcleo hijo contendrá dos cromosomas y cada cromosoma estará constituido por dos cromátidas hermanas unidas por la región del centrómero. Comparando los núcleos que se originan en la meiosis I con el núcleo original, se observa que el número de cromosomas se reduce a la mitad: en la célula que comenzó la meiosis había cuatro cromosomas, todos con dos cromátidas; después de la primera división meiótica, cada núcleo hijo presenta solamente dos cromosomas, cada uno de ellos constituido por dos cromátidas.

Las células formadas en la primera división inician la segunda división de la meiosis sin haber nueva duplicación cromosómica. La segunda división es semejante a la mitosis: los cromosomas se condensan, la envoltura nuclear se desintegra. Las cromátidas hermanas son atraídas hacia los polos opuestos, donde se organizan los núcleos hijos. Así, a partir de la célula con cuatro cromosomas (2n – diploide), que comenzó el proceso, se forman cuatro células dos cromosomas (n – haploides).

La meiosis es parte de un proceso mayor llamado gametogénesis (Fig 7), el cual ocurre en las gónadas y tiene por objetivo la formación de gametos haploides, por lo tanto la gametogénesis y, por ende la meiosis, ocurren solamente en células germinales localizadas en las gónadas de los organismos sexuados. Existe una gametogénesis femenina (ovogénesis) y una masculina (espermatogénesis). Ambos procesos tienen algunas diferencias en cuanto a la duración de las etapas, la distribución del citoplasma de las células hijas y la diferenciación de éstas, sin embargo, presentan etapas similares.

Por otro lado, en la fecundación ocurre la unión de los gametos o células sexuales, proceso que tiene las siguientes consecuencias: (1) se restablece el número diploide de cromosomas (2n y 2c); (2) se determina el sexo del individuo; (3) se obtiene en el cigoto una composición genética distinta a la de sus progenitores, como producto del crossing-over o recombinación de genes (Figura 5) y la separación al azar de los cromosomas homólogos, proceso conocido como permutación cromosómica (Figura 6 – metafase I).

Finalmente, cabe destacar la importancia de la meiosis como proceso evolutivo, presente en individuos muy diversos como animales, vegetales, hongos, algas y protozoos. Lo anterior permite inferir que la meiosis se estableció muy temprano en la evolución de las especies, como una adaptación de la mitosis que favorece la reproducción y la variabilidad de los organismos sexuados.

Las mutaciones

El término mutación fue introducido en 1902 por el botánico holandés Hugo de Vries, refiriéndose a los cambios hereditarios bruscos que aparecían en la hierba del asno (Oenothera). En general, se denomina mutación a cualquier cambio en la cantidad o estructura del material hereditario de un organismo (No debe confundirse el concepto de mutación con el de modificación, que se refiere a los cambios fenotípicos debidos al medio ambiente o al uso). Solo si este cambio afecta a los gametos, la mutación será heredable. Bajo este concepto, las mutaciones comprenden desde aquellos cambios que afectan a un solo gen (mutaciones puntuales) hasta los que afectan al genoma completo (mutaciones genómicas). En la tabla 1 se resume los principales tipos de mutaciones, de acuerdo con el criterio utilizado para su clasificación.

Tabla 1. Resumen de los tipos de mutaciones, según el criterio de clasificación
Criterio Tipos de mutaciones
Células afectadas Somáticas (no se transmiten a la descendencia)
Germinales (se transmiten a la descendencia)
Causa Naturales o inducidas
Inducidas por agentes mutagénicos
Efectos Neutras
Beneficiosas
Perjudiciales:

· Letales (producen la muerte, como mínimo, del 90% de los individuos que las poseen)

·Subletales (mueren menos del 10% de los individuos que las padecen)

· Patológicas (producen enfermedades)

· Terarológicas (producen malformaciones)

Tipo de expresión genética Dominantes (respecto al alelo normal no mutado)
Recesivas (respecto al alelo normal no mutado)
Alteración provocada Génicas /afectan la secuencia nucleótidica de un gen)
Cromosómicas (se altera la estructura de los cromosomas)
Genómicas (cambia el número de cromosomas)

Cambios cromosómicos numéricos: mutaciones genómicas

Cada especie se caracteriza por su cariotipo, en el que el número y la morfología de los cromosomas son constantes. En la mayoría de los organismos superiores, las células somáticas son diploides y los gametos son haploides. La mitosis y la meiosis (con la consiguiente fecundación) son los mecanismos biológicos que aseguran la constancia en el número de cromosomas de las células, sin embargo, si se producen anomalías en cualquiera de estos dos procesos se pueden formar células que presentan un número anormal de cromosomas.

Las euploidías son alteraciones del número de cromosomas que afectan al set completo. Los organismos que presentan más de dos sets completos de cromosomas se denominan poliploides. La poliploidía puede deberse a la unión de genomas de una misma especie, en cuyo caso se conoce como autopoliploidía, o a la unión de genomas de especies diferentes, conocido como alopoliploidía.

Existen varios mecanismos de formación de autopoliploides, pero los más frecuentes son la fecundación de un óvulo por más de un espermatozoide y la formación de gametos diploides por un error durante la meiosis. En los animales, la autopoliploidía es rara y suele conllevar la muerte del individuo. Sin embargo, en los vegetales es relativamente frecuente y los individuos poliploides son de tamaños mayores y más vigorosos que los normales diploides.

Las aneuploidías (tabla 2) son anomalías numéricas que afectan a uno o varios cromosomas, pero no a todo el genoma. La aneuploidía se origina por la no disyunción de una o varias parejas de cromosomas homólogos durante la meiosis. Algunos de los gametos resultantes tendrán cromosomas de más y otros de menos. Cuando estos gametos alterados son fecundados por otros gametos normales, se originan cigotos con cromosomas de más o de menos. Los organismos aneuploides presentan, generalmente, anomalías fenotípicas características y son poco viables. Los casos más frecuentes de aneuploidia son aquellos en los que aparece un cromosoma sin homólogo (monosomía) y los que presentan un cromosoma extra en una parejade homólogos (trisomía). También se conocen casos de individuos tetrasómicos, doble trisómicos y nulisómicos (ausencia de ambos homólogos).

Tabla 2. Algunos ejemplos de aneuploidías en el ser humano
ANEUPLOIDÍAS HUMANAS MÁS FRECUENTES
Alteración Síndrome Frecuencia Cuadro clínico
Autosomopatías Trisonomía 21 Down 1,5 / 1.000 nacidos Retraso mental, Braquicefalia, Rasgos faciales mongoloides, Alteraciones diversas (oculares, cardíacas, etc.)
Trisonomía 18 Edwards 1 / 6.766 nacidos Deficiencia mental profunda, Malformaciones renales y cardíacas.
Trisonomía 13 Patau 1 / 4.600 nacidos Deficiencia mental profunda, Malformaciones cardíacas, genitales, cerebrales y dactilares.
Gonosomopatías XX (mujeres) X Triple X 1 / 1.000 Retraso mental moderado, alteraciones neuropsíquicas
X0 (mujeres) Turner 0,3 / 1.000 Genitales infantiles, esterilidad, estatura baja.
XXY (varones) Klinefelter 1,4 / 1.000 Genitales pequeños, falta de espermatogénesis, retraso mental moderado.
XYY (varones) Duplo Y 1 / 2.000 Trastornos de conducta, agresividad, estatura elevada.

Cambios cromosómicos estructurales: mutaciones cromosómicas

Estas alteraciones se deben a la pérdida, ganancia o reordenación de determinadas regiones de un cromosoma. El origen de estos cambios está en errores que pueden producirse durante la mitosis o la meiosis, y consisten en la ruptura de una cromátida que puede ir seguida de la pérdida del fragmento roto o bien de la fusión equivocada de este fragmento. Existen cuatro tipos de cambios estructurales: Las inversiones son cambios del orden lineal de los genes en un cromosoma. Las translocaciones son intercambios o transferencias de fragmentos cromosómicos entre cromosomas no homólogos. Las deleciones son pérdidas de fragmentos de cromosomas. Las duplicaciones consisten en la repetición de un fragmento en un cromosoma. Si bien la mayoría de estas alteraciones suelen provocar defectos que disminuyen la viabilidad de los individuos que las portan, se admite que algunas pueden ser útiles en la evolución, ya que, por ejemplo, algunos genes repetidos pueden mutar hacia formas nuevas sin que ello suponga una pérdida de adaptabilidad.

Los agentes mutágenos

Los cambios que se producen por la acción de un factor ambiental, físico o químico, se conocen como mutaciones inducidas. Estos factores, que provocan la aparición de mutaciones, se denominan mutágenos. Entre los mutágenos físicos están las radiaciones, tanto las ionizantes (rayos X y gamma) como las no ionizantes (ultravioletas). Las radiaciones ultravioleta tienen un efecto más suave que las ionizantes, por tener un menor poder de penetración. En general las radiaciones provocan roturas y alteraciones en el ADN. Los mutágenos químicos pueden ser algunas moléculas de estructura parecida a la de las bases nitrogenadas del ADN, u otros productos que reaccionan con los componentes de los nucleótidos, alterando su estructura. Tanto en un caso como en el otro, se producen fallas en la complementariedad de bases, las que originan incorporaciones erróneas cuando el ADN se replica. Por último, entre los mutágenos biológicos podemos mencionar ciertos virus que pueden producir cambios en la expresión de los genes (como los retrovirus, los adenovirus o el virus de la hepatitis B humana, entre otros) y los transposones, que son segmentos móviles de ADN que pueden cambiar de posición, trasladándose a otro lugar distinto dentro del mismo cromosoma o incluso a otro cromosoma.

Los genes letales

Algunas mutaciones pueden ser beneficiosas y favorecer la selección natural de los individuos que las portan. Otras, no determinan cambios beneficiosos ni perjudiciales en los individuos que las llevan, es decir, son mutaciones neutras. Pero muchas mutaciones afectan negativamente a la viabilidad de un organismo. Al respecto, se designa como valor biológico de una mutación al incremento (positivo o negativo) que experimenta la viabilidad de los mutantes con respecto al tipo originario (silvestre). El valor biológico más bajo (viabilidad nula) corresponde a las mutaciones que han originado genes letales. Los genes letales son aquellos cuya manifestación provoca la muerte del individuo antes de que éste alcance la madurez reproductiva. Cuando estos genes no producen la muerte, pero tienen efectos negativos en el individuo, disminuyendo su capacidad para sobrevivir o reproducirse, se denominan genes deletéreos. Los genes letales dominantes desaparecen con la muerte del individuo. Sin embargo, los letales recesivos se mantienen en pequeñas proporciones en las poblaciones, manifestándose solamente en los homocigotos. Como ejemplos de factores letales en la especie humana podemos citar la ictiosis congénita y la hemofilia.

En la mayor parte de las especies animales, el sexo está definido por la constitución cromosómica de los individuos. En estos casos, la diferencia entre machos y hembras reside en un par de cromosomas denominados cromosomas sexuales o heterocromosomas (del griego heteros, diferente). Los cromosomas no implicados en la distinción entre machos y hembras se denominan autosomas (del griego autos, propio). Así, existen diversos sistemas de determinación del sexo
cromosómico (Fig 8), que se explican a continuación.

El sistema XY

En muchas especies dioicas (aquellas en las que hay machos y hembras), las hembras poseen un par de cromosomas sexuales homólogos, mientras que los machos tienen uno de los cromosomas sexuales igual a los de la hembra y otro típicamente masculino. El cromosoma sexual presente tanto en las hembras como en los machos se denomina cromosoma X. El cromosoma sexual presente solo en los machos es el cromosoma Y. Este tipo de determinación cromosómica del sexo, conocido como sistema XY, se da en diversos organismos incluida la especie humana. En esas especies, las hembras tienen dos cromosomas X (XX), y los machos, un cromosoma X y uno Y (XY).

El sistema X0

Algunas especies de insectos, como los saltamontes, no presentan cromosoma Y. Las hembras tienen un par de cromosomas X, mientras que los machos poseen un único cromosoma X. En esas especies, por tanto, los machos tienen un número impar de cromosomas en el cariotipo, siempre uno menos que las hembras. Este sistema de determinación del sexo se denomina sistema X0 (“equis cero”); el cero indica la ausencia de un cromosoma sexual.

El sistema ZW

Varias especies de reptiles, peces e insectos y las aves presentan el sistema ZW. En este, los machos difieren de las hembras en un par de cromosomas, como en el sistema XY, pero las hembras poseen el par heteromórfico, es decir, presentan dos cromosomas sexuales diferentes. El cromosoma sexual que está presente tanto en las hembras como en los machos se denomina cromosoma Z. El cromosoma sexual que está presente solo en las hembras recibe el nombre de cromosoma W.

Griffiths et al (2008), proponen tres modelos para describir la relación genotipo – fenotipo – ambiente. Uno que resalta el papel de los genes, otro que resalta el papel del ambiente y un tercero que resalta la interacción entre los genes y el ambiente.

  • Modelo I: determinación genética. En este modelo, los distintos ambientes proporcionan las condiciones básicas necesarias para el desarrollo del organismo, y las diferencias fenotípicas son consecuencia de las diversas instrucciones genéticas.
  • Modelo II: determinación ambiental. En este modelo, dos organismos de la misma especie presentan distinto fenotipo principalmente porque se han desarrollado en ambientes diferentes.
  • Modelo III: interacción genotipo – ambiente. En este modelo, los genes y el ambiente determinan, conjuntamente, las características del organismo.

Finalmente, los autores señalan que los acontecimientos aleatorios que ocurren durante el desarrollo de un individuo, denominados ruidos del desarrollo, constituirían una fuente importante de variaciones en el fenotipo.

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